Los vehículos aéreos no tripulados (BSP) se utilizan desde hace tiempo en la agricultura, sobre todo en Japón, China y Estados Unidos. En nuestro país, la tecnología está madurando lentamente y despertando cada vez más interés. Los agricultores están definitivamente más dispuestos a adoptar soluciones innovadoras, ya que buscan oportunidades para mejorar la rentabilidad de su producción. La digitalización y la robotización de la agricultura ya están a la orden del día, y el motor del cambio son los precios de los fertilizantes y los productos fitosanitarios, que han tocado techo.
Los empresarios agrícolas nunca han sido mimados por el destino, pero ahora se encuentran en verdaderos apuros. Les afecta enormemente lo que está ocurriendo actualmente en el mundo: los precios increíblemente altos del combustible y los fertilizantes están paralizando su negocio. Resulta difícil adaptarse a la nueva situación, que sólo permite recortar considerablemente los gastos. ¿Cómo reducir el gasto en insumos? ¿Pueden los PSB ayudar de alguna manera a ello?
Una forma de hacerlo es aplicar métodos de agricultura de precisión. Gracias a las últimas tecnologías, los agricultores pueden realizar tratamientos agrotécnicos precisos. Esto permite optimizar la fertilización y la protección de las plantas. Este es exactamente el tipo de datos que proporciona un vehículo no tripulado equipado con un sensor multiespectral (cámara). Gracias a los reflejos de determinados haces de luz de las plantas, podemos evaluar su estado y otros parámetros importantes, como sus necesidades de nitrógeno. A partir del índice de vegetación correspondiente, elaboramos un mapa de aplicación de tasa variable (VRA). Éste se divide en varias clases, a las que se asignan las dosis de fertilizante que requiere la zona. Según los resultados de la investigación y nuestra práctica, esto se traduce en un aumento del rendimiento y una reducción del consumo de nitrógeno de hasta el 30% (lo que, a los precios actuales, supone un resultado económico tres veces superior al de la temporada anterior).
Los mapas de aplicación también hacen referencia al uso racional de los productos fitosanitarios. Con los métodos convencionales, una vez que ha aparecido un número suficiente de plagas o malas hierbas, se aplican plaguicidas y herbicidas a todo el campo. Sin embargo, los peligros no tienen por qué estar presentes en todas las partes del campo: si determinamos exactamente qué zona está afectada, podemos, con un cierto margen de seguridad, aplicar productos sólo donde sea necesario. De este modo, reducimos su uso hasta en un 80%.
En la ortofoto de arriba presentamos una ortofoto de alta resolución de los campos experimentales en colores RGB visibles (rojo, verde, azul). La precisión de un producto fotogramétrico de este tipo es de unos 2 cm/píxel, por lo que ya podemos observar a simple vista las anomalías y las malas hierbas que aparecen. Sus colores difieren de los de los cultivos de las parcelas. Si a esto añadimos el infrarrojo cercano, los mapas de reflexión del canal de borde rojo y las imágenes térmicas, podemos clasificar los píxeles responsables de las malas hierbas mediante las transformaciones adecuadas. Una vez cumplido este requisito, disponemos de material listo para el análisis posterior y la elaboración de un mapa de pulverización zonal o puntual.
La precisión y alta resolución de los datos es posible gracias al uso de los BSP; al menos por ahora, no serán sustituidos por satélites o sensores terrestres. ¿Por qué? Porque las mediciones con drones son relativamente baratas, rápidas y precisas. El abanico de sus aplicaciones es, por supuesto, mucho más amplio. Con ellos podemos
- rendimientos previstos,
- determinar el número de plántulas,
- estimar los daños causados por la caza y los relacionados con catástrofes naturales,
- realizar la pulverización o la descarga del agente biológico,
- realizar un análisis del nivel de deterioro fitosanitario derivado de la escasez o el exceso de agua,
- evaluar el grado de transpiración de las plantas,
- elaborar un mapa de uniformidad de siembra,
- optimizar el proceso de desecación
- modelar el crecimiento de árboles frutales, etc.
Efectivamente, hay muchas posibilidades, pero hay que saber aprovecharlas. Por nuestra experiencia, sabemos que los conocimientos técnicos en este tipo de análisis son esenciales. De lo contrario, podemos adquirir o tratar los datos de tal manera que de nuestro procedimiento preciso salga un procedimiento perfectamente inexacto.